07 enero 2011


Charcos, tiempo, la energía total; un terrón. Coleccionamos piedras, títeres bailando en la oscuridad, la sensación de imaginar en palabras, no contamines tu cerebro con pinturas.

Coleccionamos la amargura, coleccionamos alguna que otra ansiedad, coleccionamos el alcohol, que fresco y tenebroso dormir en camas verdes, ¿cómo saberlo? Toda la locura en un vaso de agua. Almacenas sangre fría, llueves y te ríe, son besos, páginas incontables, dos metales bien soldados, ¿cómo pensar cuando escribes? Una serpiente, la ternura, la sed, “las habladurías del mundo no pueden atraparnos”, ¿Cómo no estar atado a ningún sueño ya?

 Voces, la Historia, un dibujo en piedra, la madera flota en el mar oscuro, rocas, mar negro, un remolino enorme y el agua que baja; se descubren tantos animales. Tu mirada en las cosas, es lo que más dura, y tu existencia como referente para opinar acerca del tiempo.

 Un piano con su barómetro y los cartones, la carta escondida debajo del suelo de la sala, la carta toca la tierra húmeda y negra, pisadas cerca tan cerca, las mentes ni sospechan… Agujeros dirigen al abismo, agujeros en tu dimensión, son puertas a lo inalcanzable, es insondable la distancia, la bidimensionalidad del agujero es abismal.

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