21 noviembre 2008

Autobiografía de un lector

Yo nací el ____ de ____ de ____, por cesárea. Mi mama dice que durante el embarazo tuvo cientos de antojos de tomate y queso. Unos meses antes, de día o noche, se creó un diminuto ser que ahora soy yo; imposible saber el instante entre el ser y el no ser. El misterio de ese instante sigue siendo la base de algunas creencias metafísicas, o eso digo yo, pero me pregunto si estos creyentes habrán dedicado el suficiente esmero para descubrir el misterio del instante, me refiero a eso que está más allá del fenómeno biológico. Exigencia o cuestionamiento absurdo, claro, porque cómo identificar algo tan efímero. En fin, que ahora a mis ____ años, no creo en el alma.

Retrocediendo algunos días del momento del ser/no-ser me encuentro con que mi compa de ahora se reía de absurdas consideraciones, mientras una mosca bordeaba los filos de su desayuno. A otro ser, que aún no conozco en absoluto, le tocaba elegir entre tres tipas que frecuentaba; se quedó sin ninguna. Mi hermana, quien también tenía alguna conexión con ese compa mío de ahora y ese otro ser que aún no conozco en absoluto, coincidió en esas fechas con su primera mariqueada vergonzosa. Coincidieron también, por defecto, los motivos de esa mariqueada, que tenían relación con un intento fallido de conseguir unas papitas y un juguetito.

Ese día mi vecina lo era por primera vez, o sea, se mudó ese día. Decidió que por la noche tomaría un libro, un vaso de agua con hielo y, claro, lo leería (el libro). Se sentó en el sillón azul y cogió un trapito para evitar que el vaso le manchara la mesita de madera o le cayeron gotitas a las paginitas del librito (ese día habían varios trapos regados por su habitación). Dice ahora que lo único que recuerda fue que una vez que se tomó el agua tuvo que esperar unos minutos mientras el hielo se derretía para poder beber otro sorbo. La cantidad de hielo le bastó para cuatro sorbos más, cada vez más pequeños y con lapsos de tiempo más extensos entre cada uno. Cuando por fin tuvo un poquito de sentido común* se levantó, cogió un vaso más grande, con más hielo y más agua y siguió leyendo. (*eso no le molestaba, pues mi vecina disfrutaba de esos placeres que produce la espera de algo deseado). Cuando el segundo vaso se le acabó decidió que no iba a ser tan obstinada como para someterse al mismo conteo de sorbos y esperas, así que mandó el libro a la mierda, el agua también y distrajo sus pensamientos. Ahí acabó la historia.

Cuatro años antes del ____ de____ de____, me refiero al día en que yo nací, algún tipo escribía los relatos del día en que leyó varias autobiografías. El tipo estaba redactando la suya y decidió buscar ejemplos. Se topó con que todas empezaban con el típico “yo nací el…”. Esas “todas” fueron 4 nada más, fue una suerte de casualidad que empezaran de la misma manera. Si yo quisiera explicar por qué yo empecé esta autobiografía de un lector con esa misma frase tendría que adelantarme muchísimo tiempo a esta narración y no me lo permito. Al final el tipo decidió empezar la suya de una manera distinta.

No coincidió con esas fechas, sino que fue unos meses atrás, cuando mi tata cerraba la puerta que daba al patio para evitar el chiflón del aguacero. Él estaba afuera y cuando iba a entrar se percató de las suelas mojadas. Se detuvo y pensó cómo se las iba a secar; encontró dos maneras: 1) dar unos cuantos pasos por la estrecha franja de cemento que aún quedaba seco, esto con el fin de quitarse el exceso de agua de sus suelas y retocar más adelante en la alfombra contigua a la puerta. 2) dar muchos pasos por la alfombra y después… después comprendió que perdía demasiado tiempo en una idea insignificante mientras las cosas avanzaban demasiado rápido.

Con estos y demás acontecimientos se preparaba el inicio de mi autobiografía, la del lector, que prudentemente decido no creérmela tan a la ligera.

11 noviembre 2008

Quino

El noviembre pasado también sacamos rato para analizar y DISFRUTAR de los bretes de Quino, así que aquí pongo dos más para hacerle honores (haga click en la imagen). Lo que es tener sentido común: